Somos vidas que cruzan fronteras
En la esencia del ser humano está buscar las mejores oportunidades de vida para él y los suyos.
El próximo 18 de diciembre se conmemora el Día Internacional de las Personas Migrantes, y un año más, voluntarios, profesionales y participantes de Cáritas Diocesana de Valencia nos sumamos junto a otros muchos, a la Manifestación que tuvo lugar ayer domingo a las 11:30 horas.
Este año lo hemos hecho bajo el lema: “Somos vidas que cruzan fronteras”. Esta frase se hace realidad en el día a día de Cáritas, donde trabajamos desde siempre con personas migrantes, contemplándolas como lo que son, personas con vidas, con vidas plenas que merecen protección, respeto y dignidad. A lo largo de este tiempo y con nuestras acciones hemos acompañado “muchas vidas”: la de “María”, esa chica boliviana mamá de la mejor amiga de tu hija en el cole, que debió soportar tres años de irregularidad con condiciones laborales muy precarias y miedo a la policía y una orden de expulsión; la de “Mohamed”, el chico sudanés que trabaja en el taller de tu barrio y que perdió a su amigo en el salto a la valla de Melilla; la de “Ibrahim”, tu frutero, cuando nos cuenta cómo las inundaciones extremas y constantes en su país arrasaban su casa y le arrebataron familiares y amigos cada año; la de “Marcos”, el vecino que sonríe en el ascensor cuando te da los buenos días, que se pasó 60 días encerrado en un CIE en Aluche (Madrid), aunque ya llevaba dos años viviendo en València con su hermana y su único delito es no tener permiso de residencia… Porque conocemos todas esas vidas
El domingo salimos a la calle para:
- recordar que migrar es un derecho y que las migraciones siempre han existido, que en la esencia del ser humano está buscar las mejores oportunidades de vida para él y los suyos;
- solidarizarnos con las personas que se sienten expulsadas de sus países y que deben abandonarlos a causa de guerras, conflictos, violencia, efectos del cambio climático, desigualdades extremas, estados no democráticos…;
- recordar la necesidad de seguir luchando por el desarrollo y el respeto de los derechos humanos en cualquier rincón del mundo;
- pedir un cambio urgente en los cauces migratorios: debemos crear caminos seguros para que las personas migrantes puedan llegar a los países de acogida evitando dramas como el del Tarajal o Melilla;
- continuar exigiendo el debate y la aprobación de una regularización amplia, que permita que las más de 500 000 personas en situación irregular que ya están y viven en nuestro país, se vuelvan visibles y puedan ser ciudadanos con derechos básicos garantizados;
- exigir el cierre inmediato de los Centros de Internamiento de Extranjeros y el fin de las deportaciones de personas migrantes, solo a causa de su situación administrativa irregular;
- pedir un cambio en la ley de extranjería que avance hacia un modelo en el que se contemple a las personas migrantes como seres humanos y no solo como herramientas del mercado laboral, pura mano de obra;
- acabar con los estereotipos, prejuicios y discursos de odio que dañan a las personas migrantes e intentan generar conflictividad social en nuestra sociedad;
- valorar las aportaciones culturales, gastronómicas, sociales y, sobre todo, humanas que las personas migrantes que ya viven con nosotros hacen a diario en nuestra sociedad;
- reconocernos y encontrarnos como personas con vidas diversas, pero necesidades y sueños comunes, recordando las palabras del papa Francisco cuando nos señala que, gracias a todas esas vidas de las personas migrantes «podemos madurar en humanidad y construir juntos un NOS-OTROS más grande».