Agentes de Cáritas28/11/2024

Sergio Cruz: «Cáritas ha estado y estará ahí, respondiendo»

El coordinador del Área de Economía Solidaria de Cáritas Valencia, Sergio Cruz, acudió a Catarroja dos días después de las inundaciones.

Quitar barro no, pero pasar por el barro, luchar contra él para alcanzar un destino en el que se les necesita con urgencia fue un duro trabajo que llevó a cabo Sergio Cruz, coordinador del Área de Economía Solidaria de Cáritas Valencia, el pasado 1 de noviembre.

En Catarroja, como en todos los pueblos tan gravemente sacudidos por la DANA, el caos se ha apoderado de buena parte de la población. Los vehículos municipales son un amasijo superpuesto con tantos otros, inutilizados para hacer llegar la ayuda más básica a los vecinos y vecinas y que también impiden el paso de cualquier otro medio para retirar y limpiar el reguero de destrucción que ha dejado el brutal paso del agua.

Por medio de un voluntario, llama la alcaldesa para solicitar una furgoneta de Cáritas. Necesitan con urgencia un medio de transporte pequeño para llevar la comida y el agua desde un colegio, más alejado del barranco y que no había recibido tanto daño, donde los habían dejado los camiones militares que no podían acercarse más al centro de Catarroja.  

Relata Sergio que, sin pensar cómo ni por dónde, salió a toda prisa, por Albal, dando vueltas, rodeos, por el sur, hasta llegar al Camino Real donde la policía le permite el paso y entrar, a duras penas, hasta el Ayuntamiento.  

«Encontré el Ayuntamiento lleno de barro, los vecinos desolados, sin ser capaces de reaccionar, formando colas angustiosas, con gran necesidad de agua, agua sobre todo, de alimentos, ropa, productos de higiene y limpieza. Llevaban sin agua potable y sin luz desde el primer día. Allí estaba ayudando la policía del País Vasco. Otras fuerzas locales, del Estado y voluntarios se localizaban en otros barrios del pueblo igual de destruidos o más.

Fuimos haciendo viajes desde el colegio, con la furgoneta cargada, una y otra vez, hasta los puntos de reparto, el Ayuntamiento, casales falleros… —limpiados como se pudo—, que se habían habilitado para organizar y distribuir lo que las familias necesitaban con más urgencia. Fue la primera agua embotellada que se pudo repartir. València y el país entero habían respondido desde que se supo lo que ocurría.

Los gestos tan básicos y habituales que tenemos no se podían llevar a cabo. Comimos en el puesto de mando sin poder lavarnos las manos. Hay que imaginar todo lo demás. Esto era viernes y las familias llevaban así desde el martes por la noche.

Enseguida llegaron otras entidades y voluntarios que se hicieron cargo de la distribución y trabajos necesarios.

Nosotros ya nos dedicamos directamente a cubrir las necesidades de los propios centros de Cáritas, de algún economato de la zona y de algunas familias con necesidades específicas. En Paiporta, una de las poblaciones más afectadas, tuvimos que llevar una lavadora, a una mujer de 100 años y a su hijo de 75, en una casa inundada.

Desde nuestros almacenes, a todas las Cáritas de las que hemos tenido demanda, en menos de 24 horas las hemos podido cubrir y se ha conseguido todo lo que nos han pedido. En Algemesí, La Torre, San Marcelino… Hemos llegado incluso a Utiel a llevar mantas.

Desde el primer día que estuve en Catarroja, hemos organizado todas las donaciones que hemos recibido y las hemos hecho llegar, como hemos podido, donde se ha necesitado.

Y siguen llegando donaciones. Esto no ha hecho nada más que empezar. Se han servido las demandas más urgentes pero cuando las familias quieran empezar a retomar su vida no será ya una lavadora o una nevera. Serán cientos las que se necesitarán. Mobiliario, colchones, textil de hogar, menaje… Hará falta de todo. Estamos intentando tener más espacios y más voluntariado para que las Cáritas parroquiales estén capacitadas para dar respuesta y apoyo.  Esto no será cuestión de semanas o meses.

Cáritas ha estado y estará ahí, respondiendo».

Puede que esta sea la acción de Economía Solidaria más profunda y desgarradora que Sergio ha tenido que vivir desde su vocación de entrega al prójimo.