Rita Ferrer: «Va a ser muy difícil todo, pero estamos juntos y sabemos que no estamos solos»
Rita y Salva han perdido buena parte de su hogar, del negocio que regenta ella y sus dos vehículos, pero ya han recibido la ayuda de Cáritas.
Rita Ferrer y su familia acaban de recibir, como damnificados por la DANA, la ayuda económica de Cáritas interparroquial de Albal. Y no solo ha sido eso. Deshechos como estaban, han encontrado atención, apoyo y lo necesario para, de momento, abrigarse.
Una familia que ha perdido buena parte de su hogar, del negocio, salón de belleza, que regenta Rita y sus dos vehículos. Salva, su marido, trabaja en una empresa de construcción en València y, por suerte, su sueldo no les falta.
De su casa, casa de pueblo, de dos plantas, solo han quedado, arriba, las habitaciones. El agua alcanzó el metro setenta y se lo llevó todo por delante.
Y no es este el problema más grave que atraviesan Rita y Salva. A su hijo, de cinco años, desde hace año y medio le tratan en Neuropediatría de La Fe y están a la espera de que le trasladen a un hospital de Madrid, más especializado en su dolencia. Rita permanece con el niño, ingresado en el hospital, de lunes a viernes y los fines de semana Salva los recoge y vuelven a casa con su hija mayor, adolescente y con la madre de Rita.
Rita asegura que «la DANA, aunque hemos perdido tanto, es lo que menos nos preocupa. Lo malo es lo de mi hijo, que está sufriendo y no sabemos cómo ayudarlo. Salva y yo, ahora, solo miramos por el bien del niño».
«Ese 29 de octubre, sobre las tres y media de la tarde, —sigue Salva—, mi padre me dijo que me volviera a casa ya, que venía mucha agua. Ese día el niño estaba muy mal, pedí permiso en el trabajo y me fui. Mi padre fue al instituto a por la niña, la dejó en casa y él volvió a la suya. El agua llegó horas más tarde, a las siete y media u ocho. De mis padres, —añade— que viven en Massanassa, no supimos nada hasta el cuarto día».
Continua Rita con el relato: «Oíamos a gente que decía «¡que viene el agua, que viene el agua!». Y eso fue de una potencia… Los coches y las furgonetas parecían barquitos de papel. Salvamos a un padre y un hijo. El padre intentaba sujetar al hijo y se iban… Yo bajé corriendo».
Toma la palabra Salva, emocionado: «No me dio tiempo ni a decirle «¿a dónde vas?». Eché detrás de ella que los pudo agarrar y yo a ella. Esa noche, padre e hijo durmieron con nosotros y ¡cómo nos lo han agradecido!»
«La mujer, —sigue Rita—, ayer mismo, me decía que le había salvado lo más grande que tiene».
«Y de repente, lo pierdes todo, —dice Salva—. ¡Ni te lo imaginas! La primera ayuda que nos llegó fue la de Cáritas y la hemos gastado en un vehículo de segunda mano. Lo necesitamos para mi trabajo y para llevar al niño a terapia o salir corriendo a La Fe si le da una crisis. Después hemos recibido otras ayudas, tanto privadas como públicas. El negocio y la casa urgen pero como estamos en La Fe vamos poco a poco. En casa está la madre de Rita, nuestra hija y yo. Estuvimos veinte días limpiando y pusimos tres deshumidificadores en la zona baja, conectados continuamente. El frío que hace allí es tremendo. Días sin luz y sin agua. Y sin atención de nadie. Los vecinos nos hemos ayudado mucho y los labradores, con los tractores, se iban llevando todo lo que se sacaba de las casas. Los voluntarios, muchos y de todas partes, entraron al pueblo cuando les dejaron. La casa la tenemos habilitada para sobrevivir. Devolveremos todo lo que nos han dejado. Bancada, hornillo, nevera…».
Rita continúa: «Como estábamos tan mal, una amiga mía que conocía en Cáritas fue a contarles nuestra situación y a preguntarles si nos podían ayudar de alguna manera. Fui, me pidieron documentación, todo lo que habíamos perdido, fotos de cómo había quedado la casa y presupuesto de lo que habría que hacer. Ese día ya nos dieron toallas, sábanas, mantas y edredones. Y si quería ayuda psicológica, porque les conté lo que estamos pasando con mi hijo. Pero les dije que ahora no podía. Quizás más adelante, porque la necesito. Enseguida, nos hicieron un ingreso en la cuenta».
«Va a ser muy difícil todo, —asegura Rita—, pero estamos juntos y sabemos que no estamos solos. Lo hemos visto y así saldremos adelante».