Cáritas parroquiales07/06/2024

Matilde Vicó: «Poco a poco, ha ido llegando gente de otros países, con las mismas necesidades y otras»

Matilde ha recibido el homenaje de Cáritas el pasado mes de diciembre, en el Día del Voluntariado 2023.

Casi treinta años formando parte del grupo de Cáritas de la parroquia de San Jaime, dedicado a paliar las necesidades de las personas más empobrecidas de Moncada, o que llegan a Moncada, le han dado la oportunidad de ver cumplido su compromiso con Dios y su gusto por el trabajo en equipo.

Un convencimiento temprano de que su fe tenía que ser productiva a través de la ayuda al prójimo la ha llevado a colaborar con la parroquia  en todas las actividades dedicadas a los demás.

Cáritas le ha permitido relacionarse con personas necesitadas de un lugar de acogida, de encuentro, de convivencia, para poder hablar, olvidarse un poco de sus problemas, de recibir esperanza. Un lugar donde sentirse respetadas en su cultura y en sus opciones de vida. ´

Matilde empezó en Cáritas cuando, aún muy joven, su familia ya le permitió tener el tiempo necesario para formar parte de Cáritas.

«Entonces ayudábamos a personas del pueblo. Era una ayuda material la que nos demandaban porque las redes de apoyo familiar y de amistad las tenían. Dábamos bolsas de alimentos y ropa hasta que creamos el economato. El economato era importante y contaba con muchas personas voluntarias. Ahora proporcionamos tarjetas monedero y, poco a poco, ha ido llegando gente de otros países, con las mismas necesidades y otras bien diferentes que tenemos que comprender».

Pero no se han conformado con las ayudas en alimentación y han orientado su trabajo a acciones más promocionales: «Ya hace tiempo, casi cuando abrimos la tienda solidaria, iniciamos allí el taller de costura y manualidades. Se empezó también con cursos de desarrollo personal, de promoción y de formación que se han ido ampliando según las necesidades. Lo podemos hacer porque tenemos cerca de treinta voluntarios y voluntarias muy capacitados».

Matilde es maestra de formación y durante un tiempo ejerció su profesión. Decidió dedicarse a su familia y con sus cinco hijos, dice entre risas, ha podido ejercer de educadora, de maestra y de todo lo que les ha hecho falta. Ahora otros cinco nietos y, como ella cuenta, cada época trae lo suyo. Es abuela cuidadora aunque más libre porque ya son mayorcitos.

Ella se dedica a la tienda, muy grande, donde reciben, gratuitamente, género de tiendas y empresas con etiquetas y de particulares en muy buen estado.

«Del textil, de niño y de mayor, zapatos y bolsos, nosotras seleccionamos lo mejor para vender y el resto lo enviamos a Koopera. También vendemos productos de limpieza y utensilios de cocina. Todo a un precio simbólico. Lo que recogemos es para financiar nuestro otros proyectos o para pagar algún alquiler o suministros».

Lo mejor de la tienda, afirma Matilde, es que es un lugar de encuentro donde la gente pasa un rato, hablan, se relacionan y se distraen. Es muy gratificante. Hay personas que vienen desde hace muchos años, porque les gusta.             

«En el taller, las mujeres aprenden, se hacen su ropa, confeccionan artículos para Navidad que vendemos en un mercadito que montamos el día de la patrona,  Santa Bárbara».

Matilde forma un buen equipo con las otras siete voluntarias de la tienda que abre dos días a la semana. Recibir genero, clasificar, colocar, reponer, vender, contabilizar, asesorar a los compradores, charlar, compartir afecto y simpatía… Una misión importante que ayuda a dar vida a las personas más frágiles del pueblo.