Cáritas parroquiales22/11/2024

Marisé Gómez: «Todo lo que se nos ha pedido hemos podido hacerlo»

Marisé Gómez Garijo, secretaria de Cáritas parroquial de Utiel es hoy la voz de un pueblo en el que sus habitantes, se sienten familia que llora unida.

Marisé Gómez Garijo, secretaria de Cáritas parroquial de Utiel es hoy la voz de un pueblo en el que sus habitantes, más que vecinos, se sienten familia que llora unida la desgracia de las víctimas mortales y de los que han perdido sus hogares arrastrados y arrasados por un agua voraz a la que el río Magro se le quedó pequeño. Un rio Magro que nunca antes había jugado tan mala pasada al pueblo de Utiel.  

«A ambos lados del río, —cuenta Marisé—, hay barrios habitados. El de la Fuente, muy valorado por la luminosidad y amplitud de sus viviendas. Viviendas adosadas, de dos plantas, antiguas, pero casi todas rehabilitadas. Algunas muy recientemente. Han quedado todas inhabitables. El agua ha llegado a los primeros pisos. Han quedado en pie, no se ha hundido ninguna, pero serán los técnicos quienes evalúen si se tienen que derribar. Las que estén bien cimentadas, será cuestión de reponer puertas, ventanas, electricidad, mobiliario…».

El barrio al otro margen del Magro, es también de viviendas antiguas, con garaje o almacén en la planta baja y el estar, arriba, pero que, en muchas, la vida se hace abajo. En estas casas aun se puede vivir.

Otras viviendas, unifamiliares y chalets, al otro lado del paseo de la Alameda también han tenido los mismos daños pero siguen en pie. Serán también los técnicos quienes decidirán si hay que derribar.

El agua ha cogido una superficie que jamás habríamos podido imaginar en Utiel.

La iglesia, que había estado doce años cerrada para su rehabilitación y se había vuelto a consagrar el quince de agosto, no ha sufrido daños. La capilla que tiene adosada y la otra iglesia del pueblo han sufrido importantes goteras. Nada más.

Y entre tanto desastre, el milagro. No se puede llamar de otra manera a la inspiración que tuvo, cuando aun no se presentía la magnitud de la tragedia, el alcalde del pueblo y tomó una decisión. Una decisión tan acertada que salvó la vida al alumnado de uno de los dos institutos de Secundaria, también situado en la ribera del río. A primera hora de la mañana suspendió las clases de colegios e institutos. Los chiquillos se quedaron en casa, muchos padres teletrabajando y, dentro del caos, fue  lo mejor que podía haber pasado.

«Tuvimos también la grandísima suerte, si lo podemos decir así, de que al ser los primeros afectados recibimos ayuda inmediatamente. Vino la UME y  la Guardia Civil. Tuvieron que rescatar a bastante gente. Los ocho fallecidos que hemos tenido eran personas mayores que no tenían una planta alta donde subirse y no se llegó a tiempo para sacarlos», —explica Marisé—.

«El párroco, que entró en Utiel el 12 de octubre y todavía no conoce a mucha gente, desde el primer momento se ha implicado en la limpieza de barro y en todo lo que ha hecho falta. Sin descanso», —añade—.

Cáritas dijo: ¡aquí estamos! El Ayuntamiento habilitó el centro social para organizar todas las ayudas que se estaban recibiendo y Cáritas se puso a su servicio. «Todo lo que se nos ha pedido hemos podido hacerlo. Somos quince personas voluntarias, la mayoría mayores, pero para atender a la gente, preparar termos de café y tareas así, no hemos tenido descanso».

Y cuenta con gran alegría: «¡Habremos recibido ayuda! De toda clase. Alimentos, productos de higiene, limpieza. Cáritas ha abierto una cuenta para los donativos económicos, el Ayuntamiento también».

Y la más importante, la del voluntariado que ha acudido de todas partes a limpiar, socorrer y acompañar a las familias tan sorprendidas y desorientadas como estaban. ¡Qué agradecimiento de todo el pueblo por esa extraordinaria labor!    

«Las familias se han reubicado como se ha podido, —cuenta—. En casas de familiares, en casas cedidas por algunos vecinos, otros han alquilado algo fuera del pueblo y el Ayuntamiento está gestionando alguna solución provisional mientras los recursos públicos y de seguros van llegando para normalizar la vida de estas familias tan duramente sacudidas».