Cáritas parroquiales20/01/2025

Manolo Argudo: «Ha habido imágenes de Evangelio a porrillo»

Manolo se incorporó como voluntario en Cáritas parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Aldaia hace ocho años.

Aldaia. Una de las poblaciones pegadas a València atravesada por el barranco de La Saleta que ha devastado parte de sus calles, viviendas, comercios y parques, anegadas de agua y barro.

Este desastre lo ha vivido intensamente Manolo Argudo, responsabilizándose de su deber de atención en el economato que abarca las dos parroquias de Aldaia.

Manolo se incorporó como voluntario en Cáritas parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Aldaia hace ocho años. Él y su mujer han estado vinculados a la parroquia desde siempre. Cursillos prematrimoniales, pastoral familiar, Equipos de Nuestra Señora… Un año era el tiempo que tenía previsto realizar su labor en el economato  pero la misma Cáritas, su estilo, su gente, su dedicación a las personas más vulnerables de la sociedad le atraparon y, tras estos ocho años, todavía no ha puesto fecha de caducidad a su entrega al prójimo y es que Manolo propone y Dios dispone porque, afirma, «Dios le hizo el regalo de la fe».

La DANA, emocionalmente, le ha pillado de lleno. Nos dice con pesar que ha hecho mucho daño en la parte Norte del pueblo. La mayoría de los comercios todavía no han podido abrir y eso que ha acudido mucha gente a limpiar.

Manolo expresa, admirado, que «la gente de Aldaia se lo ha currado mucho, ha venido la UME, el ejército, cientos de voluntarios. En Aldaia somos expertos porque este barranquete, de vez en cuando, baja “bien”. Ya ha dado algún susto pero lo de esta vez, nunca».

«Esto, —continúa—, es una prueba fuerte. Ahora, más que nunca, podemos ser Iglesia. Y Cáritas es la punta de lanza de la Iglesia. En la iglesia ha entrado tanto barro que llegaba hasta la mitad de las sotanas y casullas que estaban colgadas en la sacristía. En la ermita de la Saleta, ¡madre mía!, ha sido un desastre. Ha sido un desastre y hemos visto imágenes preciosas. Porque si esto te pasa y estás solo, cierras la puerta y te vas. Se te apodera y se te van las fuerzas. Pero ha venido tanta gente, incansable. Jóvenes, fuertes y valientes. Cientos y cientos y, a lo mejor, muchos no han trabajado en su vida, pero han ayudado sin parar. Cuando estás que no puedes más, que venga un grupo de chavales que no sabes ni de donde son ni como se llaman y que digan «¿qué necesitáis?» y pasan a las casas y empiezan a limpiar, es de incalculable valor».

Y añade: «Cuando se pone a prueba a una sociedad es ahora. Si esto no es Evangelio, que venga Dios y lo vea. La sociedad se ha movido. Las fallas de Aldaya empezaron a  abastecer de lo más urgente y un horno que pudo abrir, y otro… ¡Toda la sociedad! Ha habido imágenes de Evangelio a porrillo».

Sigue Manolo diciendo: «he visto en la iglesia gentes que antes no había visto nunca. Es ese ser humano que está totalmente hundido, que ha salvado la vida por los pelos y cuando estás así te agarras, te agarras a… Gente que de normal no podría haber subido a unas rejas como subió. Pasar la noche cogido a un poste o colgado de un hierro con el agua al cuello o una mujer que se estaba ahogando y de repente se rompe la pared y sale despedida… ¡Yo qué sé! ¿Han visto a Dios y van a reencontrarse con Él?»

Contento, afirma Manolo que «al economato ha entrado algo de agua pero no se ha visto dañado. Seguramente las puertas son muy resistentes y cierran bien. El economato lo tenemos en la parte vieja del pueblo, en un bajo que nos dejan. Tuvimos que abrir otra sección en la parroquia para abastecer a más personas. Estos días hemos dado productos sin contabilizar a quién, ni cuánto. Hacía falta y se hizo. Sobre todo artículos de limpieza. Al día siguiente de ocurrir esto ya estábamos abiertos en los dos puntos».

Días después ya empezó Cáritas con las acogidas, con la documentación familiar y de recursos para valorar lo que podía aportar porque se ha abierto otra vía que es la de las ayudas económicas. «Hacen falta lavadoras, neveras, cocinas… ¡tantas cosas! y hay que analizar cada caso», —añade—.

«Esas charlas, nos cuenta con pesar, que he mantenido con las personas que acuden al economato, son otra acogida que les hace bien, cercana, entrañable, muy fraterna. Las recetas de cocina o los trucos de limpieza que hemos compartido, el interesarnos por nuestras cosas… sé que, ahora, unas se reforzarán y otras darán un buen giro».