Lucas Shaha: «Vengan de donde vengan, el corazón humano es el mismo»,
Lucas y Sergio son seminaristas de tercer y cuarto curso y han pasado unos días conviviendo en el Hogar Mare de Dèu dels Desemparats i dels Innocents.
Lucas Shaha Manzanera y Sergio Pamblanco, seminaristas de tercer y cuarto curso, han pasado unos días en el Hogar Mare de Dèu dels Desemparats i dels Innocents para mantener una convivencia con los niños y niñas residentes y educadores del Hogar.
Son dos chicos jóvenes que se encontraron muy pronto con Dios, le escucharon, se dejaron acariciar por todo Él y decidieron entregar la vida a su servicio.
¿Cómo fue esa decisión y en qué punto estáis ahora en el seminario?
Lucas: Lo que me movió es un misterio pero fue la vocación y la dedicación de un sacerdote, que me acompañó y estuvo conmigo, en nombre de la Iglesia, en un momento de dificultad, las que despertaron en mí la misma vocación.
Sergio: Mi vocación fue tardía, aunque tenga 23 años. Me bauticé de mayor y siento que al tiempo de introducirme en la vida de la Iglesia, se despierta en mí una necesidad fuerte de darme, de estar con la gente, de acompañarla, de poder llevarles aquello que a mí me llegó, el amor de Dios.
Elegir el camino del sacerdocio, ¿supone hoy una gran valentía?
Lucas: Complicado ha sido siempre. La tarea es mucha y tenemos que prepararnos bien para afrontar los retos que se nos presentan. El Seminario acompaña y la formación y preparación que recibimos es muy buena. Es cierto que no lo podemos abarcar todo pero con la gracia Dios y paciencia, estaremos ahí.
Sergio: Es verdad que la formación que se nos imparte en el seminario y en la facultad de Teología son esenciales, primordiales. Sabemos que una cosa es la teoría y luego viene la práctica que, en ocasiones, ante un mundo tan complicado, como creo que lo ha sido siempre, hoy, con gente joven alejada de la Iglesia, con una sociedad, en general, indiferente, nosotros tenemos que dar testimonio. Ahora mismo hace falta ese testimonio, dar ejemplo de ser Iglesia, de ser hijos de Dios y mostrarlo a los demás.
Hoy, en el Hogar Mare de Dèu, ese encuentro con niños, niñas y adolescentes que tan desarraigados de todo lo suyo han llegado aquí, ¿duele?
Lucas: En los primeros cursos de seminario se nos invita a realizar una actividad socio-caritativa dedicándole una semana de nuestro tiempo de verano y conocer esta realidad en el Hogar me motivaba mucho y ha sido muy esclarecedor.
Sergio: Esta es mi tercera experiencia socio-caritativa en el seminario. He pasado por Proyecto Hombre y por la residencia de sacerdotes mayores Betania. Quería completar esta experiencia de centros y realidades que tiene la Iglesia en nuestra diócesis acercándome a esta problemática, que tanto sale en los medios de comunicación, de los tan mal llamados MENAS, conocer los estigmas con los que cargan, los bulos y poder clarificar qué sucede en un centro de estas características.
¿Qué habéis encontrado en el Hogar?
Lucas: Hemos encontrado una realidad compleja. Difícil de analizar, al menos para mí, con mi experiencia de vida, con mis herramientas, pero, en una aproximación, hemos visto un centro que, conforme nos cuentan los educadores, mantiene una realidad bastante tranquila. Son menores que han venido solos, muchas veces huyendo de guerras, de situaciones conflictivas graves. Poniendo un ejemplo, uno de los chavales, huyendo de la guerra, andando desde un país subsahariano, en una frontera, le metieron una paliza, le partieron los dientes y a su mejor amigo, con el que venía, lo mataron delante de él…
Sergio: Yo me sorprendí desde el primer día de la realidad tan diversa que encontré. Son veintiocho menores que han llegado a España, unos en patera, otros, como decía Lucas, huyendo de la guerra. Desgraciadamente son niños y niñas con muchos traumas, con muchísimas carencias a todos los niveles, lo que dificulta, después, su integración. La labor para los educadores no es nada fácil. La complejidad de la mezcla, que creo que es buena, por su procedencia, por el contexto de donde vienen, su cultura y su religión, las ideas preconcebidas con las que vienen, obligan a jugar mucho con las dinámicas de educación y de atención personalizada. Debemos quitar el prejuicio que se tiene en la sociedad de lo que es un centro de menores. El centro es para acompañar, para que crezcan, para ocuparse de su desarrollo.
¿Cómo os vais de aquí?
Lucas: A mí me deja una percepción muy positiva en el sentido de que hay mucho trabajo por hacer y esto sí que confirma, en ese sentido, mi vocación, porque en la raíz de todo hay que ver que, «vengan de donde vengan, el corazón humano es el mismo», creado por Dios y necesitados de su amor. Este es el punto fundamental del sacerdote como dispensador de la gracia de Dios y portador de su amor. En este sentido, sí que me veo confirmado.
Sergio: Después de conocer la misión, los valores y el estilo propio del Hogar, me refuerza en mi vocación sacerdotal y por la necesidad, irrenunciable, de un acompañamiento que debe ser personal. Ya no nos sirve ese acompañamiento, esa evangelización, de masas. Tenemos que ir persona a persona. Con el trato personal es como podremos llegar y hacer conocer a Dios y a la Iglesia. Aquí lo hemos podido conocer esta semana. La necesidad de acercarnos persona a persona.
Lucas: Yo añadiría la acogida que nos han dado los educadores que ha sido como si estuviéramos toda la vida aquí, trabajando en el centro. Hemos ido, venido, hemos hecho, dejado de hacer con naturalidad, con toda tranquilidad. Como nuestra casa, de verdad.
Sergio: nos hemos sentido como uno más. Incluidos totalmente. Y eso ayuda
¿Qué os espera este verano?
Lucas: Dios mediante, me voy una semana a Galicia con mi párroco y su familia. El 24 próximo salgo para la selva amazónica de Perú. Un mes de misión. Y a la vuelta, otra vez a retomar en el seminario.
Sergio: Esta semana a Rubielos de Mora, al campamento de pastoral de mi parroquia Patriarca San José de València. Luego volveré unos días a mi pueblo, Ribarroja y después, con un grupo de jóvenes, de peregrinación a Asturias. Y, enseguida, de vuelta al seminario.