La prevención aguas arriba y aguas abajo
La prevención “aguas arriba” es la labor de los diferentes Gobiernos, mientras que “aguas abajo” depende de la ciudadanía.
Hemos tenido acceso a un interesante estudio de la Universidad de Amsterdam que analiza la prevención con los enunciados de “aguas abajo” y “aguas arriba”.
Las “aguas abajo” representan a toda la ciudadanía, la familia, el menor, el anciano, el enfermo, la persona vulnerable, la persona de a pie en una expresión que lo incluye.
La prevención “aguas arriba” es la labor de los diferentes Gobiernos, labor que han de desarrollar los políticos para garantizar la salud, el bienestar y la seguridad de esa ciudadanía que le ha elegido para administrar sabiamente sus recursos, tal y como recoge el punto dos del primer artículo de nuestra Constitución.
La labor “aguas abajo”, la del ciudadano, es prioritariamente la educación, educación para la toma de conciencia, para actuar responsablemente. Pero siguiendo el símil que manejan en este estudio de la Universidad de Amsterdam de “aguas arriba” y “aguas abajo”, no hay que olvidarse que las aguas que llegan abajo dependen de cómo se tratan estas aguas, arriba, de que se mantengan limpias o las contaminen, sean abundantes o escasas. La normativa, la permisividad, la legislación, la diligencia o la desidia, de quienes actúan aguas arriba, marca las “aguas que llegan abajo”.
Aguas abajo, escuchamos a menudo algunos mantras que se esgrimen como sagrados, “esto es legal” o el de “esto genera puestos de trabajo”. Hemos de ir un poco más allá, legal no siempre quiere decir justo y por supuesto no siempre quiere decir salud; el tabaco es legal, pero supone la dolorosa muerte prematura de más de 50 000 personas al año en España y no unas muertes rápidas, sino unas muertes invalidantes, dolosas, que imposibilitan para el trabajo y la vida social y que atan a la familia al dolor y necesidades del enfermo, a la vez que supone una cantidad ingente de recursos sanitarios y de recursos sociales, cantidad de recursos que aun debería de ser superior si se diera la respuesta adecuada a los artículos de la Constitución que garantizan ese derecho a la salud.
También se argumenta la generación de puestos de trabajo. Pero una de las empresas más boyantes en todo el mundo es la del armamento, incluso la del armamento legal. ¿Significa esto que hemos de potenciarlo? ¿Significa esto que hemos de invertir más en armamento? Si lo más importante son los beneficios económicos, deberíamos de legalizar e incorporar al mercado regulado las drogas ilegales, la trata de personas y otros atentados hacia todas las personas. La salud, el bienestar, la calidad de vida y la dignidad de la sociedad han de estar siempre por encima del inmediatismo recaudatorio y del supuesto “derecho” a lucrarse.
Por supuesto que “aguas abajo” hemos de responsabilizarnos de nuestra salud, hemos de educar, hemos de cuidar, hemos de actuar como progenitores y ciudadanos responsables, ojalá aquel planteamiento de Tucídides de que no se necesitaban murallas porque había ciudadanos, fuera real. Es una utopía hacia la que hay que caminar, pero como toda utopía no está alcanzada. Por lo tanto, aun necesitamos algunas murallas.
Además de buenos ciudadanos necesitamos Gobiernos responsables, Gobiernos sensatos, Gobiernos de mirada larga, no inmediatistas de cuatro años a la espera de que resuelva el siguiente. Gobiernos que no solo primen los ingresos de Hacienda y el erario, sino Gobiernos que primen la calidad de vida de los ciudadanos, la dignidad de esa vida.
Un ejemplo de este mal hacer respecto de la prevención aguas arriba, lo tenemos en la ley 13/2011 con la que se legalizaron las apuestas on line. Los artículos referentes a la protección del menor, a la gestión de la publicidad y de protección de la población vulnerable, en octubre del 2020, siguen sin desarrollarse nueve años después. En estos momentos se está trabajando sobre diversos proyectos de ley, tanto en el ministerio competente como en distintos Gobiernos Autonómicos, pero aun no son leyes. Además, las leyes no solo han de estar vigentes, también han de estar vivientes, hay que dotarlas de presupuesto, de recursos, posibilitar su desarrollo, su aplicación.
En su momento, el Gobierno correspondiente creó una ley de la que no había demanda publica y ahora están hablando de poner límites a esa ley después de años de protestas en la calle, de quejas ciudadanas, de manifestaciones, de informes técnicos que primero avisaban y luego demostraban con datos el riesgo y los daños que se está generando, especialmente entre los más jóvenes y débiles, una ley incompleta, precipitada y hecha para recaudar.
Mejor tarde que nunca, pero todavía mejor si no hacen falta salvadores, sobre todo, cuando ellos abrieron la caja de Pandora.