José Cuadros: «En estos pueblos somos muy solidarios y todos nos volcamos para ayudar»
José Cuadros, sacerdote de la población de El Perelló, explica lo que están haciendo para ayudar a los pueblos cercanos que tanto han perdido.
Una lluvia pertinaz convertida en avalancha de agua que, desbordando río y barrancos, arrasó todo lo que encontró a su paso hasta llegar al mar. Campos, barrios enteros de tantos pueblos y valiosas vidas humanas. A El Perelló llegó ya mansa pero cargada de cañas, ramas y árboles, que hicieron sus playas inaccesibles.
José Cuadros, sacerdote de la población de El Perelló, explica lo que están haciendo para ayudar a los pueblos cercanos que tanto han perdido.
«A El Perelló el agua llega marrón como a todas las playas cercanas. El núcleo urbano no se vio afectado. En la parroquia, desde el primer día quisimos entrar en contacto con las poblaciones vecinas que se habían visto afectadas. Toda la gente quiso ofrecerse voluntaria para arrimar el hombro, para lo que hiciera falta y, sobre todo, para estar con los vecinos.
En estos pueblos somos muy solidarios y al encontrarnos con una catástrofe de esta magnitud todos nos volcamos para ayudar.
Nosotros somos una parroquia pequeña. Nuestra Cáritas parroquial es muy pobre, con un pequeño grupo de voluntarios, de cincuenta años en adelante, muy activos. Nos planteamos qué podríamos hacer. Limpiar las calles no porque era imposible salir de aquí. ¿Qué decisión podíamos tomar?
La idea surgió de inmediato. Tenemos varios apartamentos para los sacerdotes que colaboran en verano en la parroquia, los habilitamos para acoger a familias sin recursos que se hubieran quedado en la calle. Y es lo que estamos haciendo.
Decidimos que fueran familias muy vulnerables y han sido personas ancianas o enfermas a las que han traído».
En coordinación con Servicios Sociales de Sueca, con los que han trabajado en equipo desde el primer momento, reubicaron a algunas de estas familias en centros de acogida o residencias de ancianos porque no tienen ni recursos económicos ni tampoco familiares.
La gente se ha volcado mucho con esta iniciativa, han participado económicamente, también en especie, con ropa y alimentación, y parroquias amigas de otras diócesis de España también han colaborado con la propuesta.
Y, a partir de ahora, añade el párroco, «queremos contribuir, como siempre, con la acción que Cáritas Diocesana pueda proponer. Nosotros queremos ser esa diminuta porción de Cáritas que está presente en la pequeña parroquia de El Perelló».
«Esto no se ha acabado y lo que deseamos es que el aluvión de solidaridad tan buenísima que se ha tenido hasta el día de hoy no se desvanezca. Ahora comienza otra fase, que es la reconstrucción. Todavía estamos en fase de emergencia porque los pueblos no están acondicionados, estamos intentando recuperar. De hoy en adelante tendremos que ir normalizando y seguir acompañando a todas estas personas que han perdido tanto.
Por otra parte, no podemos dejar de atender a los participantes que ya tenemos en nuestras Cáritas. Lo que vamos a proponer a la comunidad parroquial es realizar una colecta especial, mensual, para intentar ayudar a las familias damnificadas. Queremos estar al lado de estas personas.
Es muy importante la ayuda material pero también lo es el acompañamiento personal, estar, que se note el calor humano y vamos a apostar por esto. Quisiéramos llegar a todos, pero nos vamos a limitar a llegar donde podamos».
«Lo que nos está ocurriendo hay que vivirlo desde la Fe —explica—. No estamos exentos del dolor y el sufrimiento tan atroz que supone, pero nosotros, como hombres y mujeres de fe, no podemos quedarnos únicamente con el lamento y la amargura. Es un momento para la esperanza, para reconocer que somos pequeños, que somos débiles y que sin Dios es difícil seguir adelante. Debemos ser capaces de reconocer la presencia de Dios en esta catástrofe, aunque duela. Son signos de la presencia de Dios toda la solidaridad, cómo se están volcando tantos jóvenes y tantas personas mayores entregadas. Es el momento de seguir esperando, de decir voy a empezar de cero, voy a intentar ser mejor persona, ser más hermano de los demás, más cercano, más próximo a los que tengo alrededor».
Y sobre este tiempo de Navidad, añade: «También debemos echarle un pulso a la pregunta de cómo hemos vivido la Navidad hasta ahora. La Navidad, en sentido estricto, es que Dios se hace humano, se hace persona y esto lo tenemos que recuperar porque es la auténtica Navidad».