Fundaciones16/10/2024

De qué hablamos cuando hablamos de drogas

En los relatos es tan importante lo que se cuenta como lo que no se cuenta, porque lo que no se cuenta, no existe.

La historia de la humanidad se ha construido desde la narración, desde el cuento, con relatos contados en las hogueras entorno a las que se agrupaba todo el clan, lo que constituía toda la sociedad. Esos relatos transmitían una forma de entender el mundo y de explicarlo, definían quién era el grupo, que era bueno y que era malo, y cómo comprender cada cosa.

Pero en los relatos es tan importante lo que se cuenta como lo que no se cuenta, porque lo que no se cuenta, lo que está fuera de nuestra narración, no existe. Si aparece, nos sobra y lo negamos. De esta forma construimos visiones parciales, tan sesgadas que es difícil entender el todo y mucho menos tratar de decidir sobre el todo.

Por ello nos hemos de preguntar de qué hablamos cuando hablamos de drogas.

Al campesino que cultiva hoja de coca, una planta que forma parte de su cultura y llevan siglos masticándola, lo miramos con recelo, mientras nos tomamos una copa de licor, tras un café y apuramos un cigarrillo.

Lo mismo ocurre con el narcotráfico, clanes que retan y superan a algunos gobiernos, controlan la ley y asesinan a quienes les incomodan, pero que cuentan con la admiración de la población, porque dan trabajo bien remunerado y construyen campos de fútbol. No hace falta buscar ejemplos fuera de la península ibérica.

La valoración del mundo de las dependencias depende del relato que hemos escuchado en torno a la hoguera, del relato con el que hemos crecido.

La producción de drogas en Europa se limita a pequeños cultivos y laboratorios químicos. No nos encontramos con la áspera realidad de que cultivar droga es la única opción que les queda a las familias campesinas si quieren comer.

La rentabilidad de cultivar coca, cannabis u opio es alta, pero no son patatas, ni yuca, no se pueden comer. Por lo que se establece una relación de total dependencia, de la que intentar salir puede ser muy peligroso. La violencia que sufren estas familias de las zonas de producción de drogas es inimaginable desde Europa, y en esta realidad también estamos hablando de drogas.

Cuando los hombres de la familia mueren, son las mujeres las que asumen el pago de las deudas, y entonces las formas de presión, de extorsión y de coacción se tornan todavía más crueles.

Reconocemos las adicciones como una enfermedad y sin embargo la estigmatizamos, cargamos de prejuicios y de dificultades a quienes las sufren y se terminan desarrollando más acciones represivas y punitivas que preventivas y de rehabilitación. Se termina hablando más de seguridad y de fronteras, que de Derechos Humanos. Los ciudadanos con Gobiernos más autoritarios lo llevan peor, pero en todos los países hay estigmatización.

Las adicciones terminan generando conflictos sociales y marginalidad, pero en parte son resultado de la narración desde las que vemos a cada una de las sustancias, legales e ilegales, propias o foráneas. Incluso de países amigos o enemigos, la geopolítica también tiene su narración.

Las drogas que más matan en Occidente son legales: tabaco, bebidas alcohólicas y algunos fármacos. Sus industrias son poderosas, con grandes economías y lo suficientemente influyentes como para retrasar o modificar legislaciones. Quieren mantener su mercado y, a ser posible, incrementar sus beneficios.

De esta forma, en España se ha postergado más de tres años el acuerdo sobre el tabaco y se critican las actuaciones para reducir la ludopatía. En la Unión Europea se impide que se ponga un cartel en las bebidas alcohólicas informando de que su consumo favorece algunos canceres. Decisiones basadas en los datos que ofrece la ciencia y que, sin embargo, solo ven dificultades y retrasos. Decisiones en las que se beneficia la economía de los poderosos en contra de la salud de la mayoría. Pero la crítica es firme cuando se trata de la economía de un tercer país.

Ya dijo el asturiano Ramón de Campoamor, que todo era según el color del cristal con que se mira.

En 2023 se publicaron 1037 noticias con el termino «fentanilo» en el titular, cuando no es una sustancia problemática en nuestro país, pero es que las noticias sobre el fentanilo resultaban morbosas, generaban muchas visualizaciones y por lo tanto beneficios por publicidad.

Un nuevo relato en la hoguera, porque la hoguera, como espacio de los relatos ha cambiado, pero no la función de los relatos. Relatos que ya no tratan de explicar, sino de favorecer.

Pensemos en qué horquilla de libertad y de responsabilidad tenemos, entre el pensamiento y la acción esta la decisión y para que esta sea adecuada necesitamos información veraz y completa, si queremos decidir bien hemos de buscar esa información, además de sensibilidad, empatía y otros valores. Nuestra decisiones son nuestra responsabilidad.