Cáritas Valencia apuesta por el cuidado del territorio en Tierra Santa
En el Día de la Tierra, hablamos sobre un proyecto de Cáritas Valencia, en colaboración con Cáritas Jerusalén, en Tierra Santa.
El valle de Al-Makhrour toma su nombre de una antigua palabra árabe, Makhroura, que hace referencia a un área donde “llueve” y el agua “se acumula”. Esta zona agrícola, situada en Cisjordania y también conocida como Valle de Battir, posee una gran relevancia histórica y cultural. No solo es uno de los seis lugares en Palestina designados como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, sino que también alberga prácticas agrícolas milenarias que han perdurado a lo largo del tiempo. Además, Al-Makhrour es una fuente vital de sustento para las comunidades locales, reflejando la profunda conexión entre las comunidades palestinas y su tierra. Este vínculo no solo es parte esencial de su patrimonio e identidad, sino también de su supervivencia.
Con el apoyo de la Generalitat Valenciana, Cáritas Valencia, en colaboración con Cáritas Jerusalén, ha desarrollado un proyecto en esta región con el objetivo de promover la seguridad alimentaria, proteger la tierra —ultimo enclave verde de la zona— y fortalecer el mercado local. Este esfuerzo se ha centrado en aumentar la disponibilidad de productos agroecológicos y mejorar el acceso a ellos, al tiempo que se ha fomentado la capacitación económica y social de las personas, especialmente de los grupos más marginados y vulnerables.
El proyecto no solo ha tenido impacto en el valle de Al-Makhrour, sino también en el valle de Cremisan, donde se han llevado a cabo intervenciones para proteger y revitalizar la tierra. Estas han contribuido a preservar el entorno natural y a garantizar que las comunidades locales puedan seguir dependiendo de sus tierras como fuente de sustento.
Entre las acciones realizadas se incluye el apoyo a 106 familias, con el objetivo de aumentar la disponibilidad de productos agroecológicos en la zona. Además, se llevaron a cabo actividades para la mejora de las condiciones económicas y sociales de la población, elevando su calidad de vida y promoviendo una existencia digna para todos.
El proyecto también ha sido profundamente participativo, contando con la implicación activa de los beneficiarios y de actores locales clave en la zona. Este enfoque ha permitido que las comunidades se sientan parte del proceso y que las soluciones implementadas respondan a sus necesidades reales.
Durante la intervención se han organizado eventos sociales, como festivales y actividades comunitarias, que han contribuido a fortalecer el tejido social de la región. Además, se ha trabajado en la sensibilización de las nuevas generaciones a través de actividades educativas en colegios, fomentando el respeto por la tierra y la importancia de su conservación.
Destaca, a su vez, la creación de una página web dedicada a la zona de Al-Makhrour, así como el trabajo con la cooperativa agrícola local, que ha incluido formación en liderazgo femenino y marketing para cooperativas. Como parte del proyecto, también se proporcionó un tractor para apoyar las labores agrícolas de la cooperativa.
El impacto del proyecto se refleja en los testimonios de las familias beneficiarias. Un miembro de una de ellas, relata: «Esta organización pionera y solidaria apareció en un momento muy difícil, cuando se nos prohibió trabajar en Israel. No tuvimos más remedio que dedicarnos a la agricultura para aumentar nuestros ingresos y afrontar esta situación tan complicada».
Asimismo, destacó la ayuda recibida por parte de Cáritas: «Nos han ayudado mucho a recuperar nuestras tierras, proporcionándonos plantones, alambres de púas y vallas. Todo esto nos motivó a perseverar y trabajar duro para reactivar nuestras tierras, que habían estado áridas durante mucho tiempo».
Otro miembro de la misma familia subrayó la importancia de todo esto en unos años tan complicados:
«Esta tierra es nuestra fuente de autosuficiencia. Todo lo que hay en ella es esencial para nosotros, porque es nuestra única fuente de sustento».
Este proyecto, además de mejorar las condiciones de vida de las comunidades locales, ha contribuido a la protección de la tierra y al fortalecimiento de la identidad cultural y social de la región, gracias al apoyo de la Generalitat Valenciana y al compromiso de Cáritas Jerusalén y Cáritas Valencia.