Beatriz y el Día de las familias
Hace unas semanas, Cáritas Valencia celebró el Día de las familias con la colaboración del club de rugby CAU de Valencia.
El pasado 11 de mayo Cáritas Valencia celebró el Día de las familias. El programa de Infancia, Familia, Adolescencia y Mujer hace de esta celebración un festejo de convivencia y alegría. Cada año, la creatividad y las ideas ingeniosas de las responsables del programa permiten que las familias al completo disfruten de una jornada donde los juegos y las actividades divertidas animan a la participación de padres e hijos.
En esta ocasión, gracias a la colaboración del club de rugby CAU de Valencia que cedió su campo en el cauce del río Turia, sobre un césped jugoso y chispeante, se desplegó todo un dispositivo para que no faltara de nada en esta mañana lúdica que reunió a más de doscientas personas de los diferentes Proyectos de Familia e Infancia de Cáritas Valencia y del resto del Área de Intervención familiar.
Beatriz Elena Suarez nos cuenta cómo vivieron ella y sus hijas este día tan especial:
«Nosotras vinimos desde el Centro de Día Manantial en el que participan mis niñas, Nayara y Salomé, de seis y quince años. Fue una pena que mi marido no nos pudiera acompañar. Nos lo pasamos muy bien porque era el primer año que pasábamos una fiesta así en familia. Nada más llegar nos dieron la bienvenida el director del club de rugby y la directora de Cáritas y ya empezamos a divertirnos con clase de baile. Había juegos diferentes para que los niños y las niñas interactuaran. Pudieron ver como se juega al rugby. Manualidades con pinturas y rotuladores. Mi niña pequeña pintó unas hojas muy bonitas. Les trenzaron el cabello y les pintaron la cara», explica.
En Manantial les habían avisado de que llevaran ropa de recambio por si se mojaban y es que, como hacía calor, pusieron en marcha los aspersores y «fue muy gracioso, —explica—. Yo no lo vi porque estaba detrás de la pequeña que no se quería perder nada. La mayor tampoco se mojó. Estaba con su grupito de amigas de Manantial».
Pusieron hinchables y allí brincaron sin parar. Les dieron un «pasaporte» con todas las actividades que podían hacer para que no se perdieran nada y allí marcaban las que iban haciendo. Compartieron un almuerzo bien sabroso y ya después «nos fuimos yendo a casa», nos cuenta Beatriz.
Un día para la familia irrepetible y… para repetir.