Antonia Bolufer: «Hay que repartir porque todos tienen derecho a que se les ayude»
Antonia, Tonica como la llama todo el mundo que la conoce, recibió el reconocimiento de Cáritas Valencia, el Día del Voluntariado pasado.
Antonia, Tonica como la llama todo el mundo que la conoce, recibió el reconocimiento de Cáritas Valencia, el Día del Voluntariado en diciembre del pasado 2023, a la dedicación, desinteresada y amable, durante toda una vida, a su Cáritas parroquial.
Tonica pertenece a Cáritas parroquial de San Antonio del Mar en Cullera desde que se fundó, hace cerca de cuarenta años y al menos durante ocho años ha sido su directora, aunque siempre se ha dedicado a preparar, organizar y facilitar ropa a personas de todas las parroquias del pueblo, ya que este ropero es común a todas sus Cáritas, lo que le ha permitido «tener un contacto estrecho con las personas que acuden en busca de esa ropa que les es tan necesaria y de unas personas que les abran las puertas de la comprensión, la solidaridad y la amistad».
Nos explica que ya no puede ocuparse de lo que hacía años atrás, subir a las escaleras o coger peso, porque los años hacen mucho, pero con noventa bien cumplidos, aunque se cansa, como está acostumbrada, en cuanto ve sacos o cajas de ropa para ordenar se pone a la faena. Con una agilidad que aun no ha perdido, coloca, según su estado, cada prenda en su montón y separándolas por tallas. Lo que no van a utilizar lo mandan a València «para unas tiendas preciosas» —las Koopera Store de la empresa de inserción Arropa— que ha visitado con sus compañeras.
Eso dice ella, que se cansa, pero su voluntad pesa más que los años. Cuando formaron el equipo, sigue contando Tonica, había mucha pobreza en Cullera. Se dedicaron a repartir alimentos y organizaron este ropero que aun está en plena actividad. La sociedad, como ella ha comprobado muy bien, ha cambiado mucho. Ahora viene mucha gente de fuera y «hay que repartir porque todos tienen derecho a que se les ayude». Todas las compañeras, afirma, son muy atentas, hacen mucho por todos los que vienen, de fuera o del pueblo.
En casa de Tonica eran de Iglesia toda la vida y ya de pequeña, en el colegio, acompañaba a las monjas a llevar alimentos a las familias que vivían en las casas de las cuevas. La fe la ha llevado, de corazón, a la entrega desinteresada y para todo lo que pensaba que agradaba a Dios, siempre ha estado dispuesta.
Desde su casa ve la iglesia y el mar a lo lejos. No puede, nos dice, tener mejores vistas ni mejor compañía porque a Dios le encuentra también ahí, fuera de sus ventanas.
Tonica, con su relato, ha hecho un homenaje a Dios, por el amor que le ha inculcado, con una vida a su servicio, a todo lo que habla de Él, a todo lo que a Él le gusta. Es una riqueza, discreta y voluntariosa, para Cáritas, para la Iglesia y para todos los que han trabado amistad con ella y escuchándola, la alegría de los noventa años «vale su peso en oro».