Amparo Miñana: «Ahí tenemos que estar, ayudando todos para que nadie quede atrás»
Cáritas parroquial de Enguera ha duplicado su atención y recursos por la pandemia.
Amparo Miñana es la directora de Cáritas parroquial de Enguera desde hace dieciocho años. Coordina y gestiona los grupos de los que está compuesto su equipo con el sacerdote al frente (acogida, recogida de ropa, reparto de alimentos y oración del grupo los jueves Eucarísticos). Dedicada por entero a su familia y a la parroquia: Cáritas, catequesis y grupos parroquiales. Fe, vocación y compromiso ocupan toda su vida. Trabajadora en activo del Evangelio estará con los suyos, arremangada de brazos, dando lo mejor de sí misma, que es lo que Dios le pide.
Enguera, como tantos otros pueblos y ciudades, ya empieza a dar los primeros pasos en un intento de recuperar la normalidad en el vivir de cada día. Su Cáritas parroquial, también, pero con la gran diferencia de que han tenido que duplicar atención y recursos en un inesperado y dramático momento para la parte más vulnerable de la sociedad.
El voluntariado de Cáritas en Enguera está compuesto por un grupo de dieciocho personas de la parroquia, que se intenta entregar a la gente menos favorecida de la población. Su último objetivo fue, mediante un curso de formación en el que se daba a conocer el sentido del compromiso con la Caridad y en el que participaban los componentes antiguos del grupo junto con los nuevos, integrar gente joven que fuera ocupando las responsabilidades que las más mayores ya no pueden asumir. Llegó la pandemia y tuvieron que adaptarse a la nueva situación.
Un cartel con el número de teléfono para que las personas nuevas pudieran tener acceso a su Cáritas parroquial y ser acogidas. A las familias que atendían en ese momento se las llamó, una por una…
Amparo, ahora que ya podemos ver lo que nos ha traído el coronavirus con un poco de perspectiva, ¿cómo lo habéis gestionado en tu Cáritas parroquial?
A las familias a las que ya estábamos atendiendo, las llamamos una por una a ver cómo iban. Les dimos una primera ayuda, más grande, de los productos que teníamos y quedamos que en quince días la repetiríamos pero que si antes tenían una necesidad, nos llamaran. Como los nuestros son productos no perecederos, hicimos vales de las tiendas de aquí y de Consum para que compraran lo que les hiciera falta. También fue llegando gente nueva que se había quedado sin faena, gente que tenía contratos de unas pocas horas, que trabajaban en el campo o cosiendo.
¿Habéis hecho ya algún tipo de previsión para encauzar la nueva demanda que se os presenta?
Nosotros siempre hemos estado en contacto con los Servicios Sociales y así hemos podido poner o quitar ayuda según lo que habían hecho ellos. Hemos combinado o complementado las ayudas de la Administración con las nuestras. Hasta ahora atendemos tres días a la semana, aprovechando que Consum nos da, esos tres días, productos no perecederos y hemos dado también vales, si era necesario, para alimento fresco. Muchas de las personas nuevas que han venido estos meses, o han empezado a cobrar el ERTE o ya se han puesto a trabajar. Enseguida nos lo han dicho y nos han dado las gracias por haber estado preparados para ayudarles. Seguiremos en esta línea, pidiendo colaboración.
¿Habéis vuelto a la normalidad en número de familias atendidas?
No. Antes atendíamos a quince o dieciséis familias y ahora lo hacemos con veintiocho. Sí que pensamos que seguirán bajando, pero de momento casi tenemos el doble.
Cuando ya no tengamos miedo a la enfermedad, ¿persistirá el otro miedo a la inestabilidad económica?
Sí, tendremos miedo a cómo estará la economía. Si ya hay mucha gente con trabajos precarios, sin nada fijo, sin seguridad, ahora el miedo es que aun sea peor.
Qué dirías para infundir esperanza, para motivar a la gente a seguir adelante, en un momento en que tanta falta hace.
Yo diría que Dios entra en cada persona por una puerta privada y que solo cuando una persona está ayudando a otra, que es igual que ella, es cuando se pone de manifiesto el Amor de Dios. A Dios le encontramos dentro de la iglesia pero también fuera. En el día a día, en la calle, en el trabajo… Y ahí tenemos que estar. Ayudar todos para que nadie quede atrás.