Economía solidaria25/02/2025

Ahmed El Bahlaqui: «No olvido a quien se porta bien conmigo»

Ahmed, marroquí, de veintidós años, inició su "nueva vida" cuando dejó atrás la patera a la que se subió hace cuatro años.

«No olvido a quien se porta bien conmigo»

Eso dice Ahmed, joven marroquí, de veintidós años, a los dos minutos de una charla que se prevé distendida y amable. Su mirada sonríe igual que todo su gesto y es que acaba de ver a Vicen Sanz, responsable del Programa de Inmigrantes de Cáritas Valencia. Vicen e Isa, que fue técnica del programa, se han portado muy bien con él, le han encaminado para conseguir la legalización y un buen trabajo.

La vida de Ahmed empezó cuando dejó atrás la patera a la que se subió hace cuatro años, sin saber una palabra de español. Y se encontró con Cáritas. En su tierra le hubiera gustado estudiar para tener mejores oportunidades, pero no pudo ser. Trabajó como albañil y en limpieza de barcos.

¿Fue ese Dios misericordioso que quiso ponerle en manos de quienes le ayudarían a cumplir su sueño?

Él cree que sí fue ese Dios, al que cada uno llamamos de diferente forma.

«Tras pasar por un Centro de Recepción de Menores, —cuenta Ahmed—, me llevan al Hogar Mare de Déu del Desemparats y dels Innocents de Cáritas. La policía creía que era más joven. En el Hogar les dije los años que tenía y me dejaron estar allí hasta que pudiera entrar en un piso de inserción. Fueron unos meses que aproveché mucho».  

Y ahí vivió, convivió y se dejó modelar para prepararse a una vida independiente. El estudio del idioma y el inicio de su formación los acogió con verdadero interés.

«Los dos primeros años en España, sigue Ahmed, estuve en situación irregular, pero los dos siguientes ya pude regularizarme. He conseguido el arraigo por formación. Empecé a preparar los papeles a finales de 2022: empadronamiento, antecedentes penales, todo. Ya estaba en el piso con Vicen y ellas me ayudaron en todo. Hice cursos de mozo de almacén y de jardinería. A los seis meses me lo aprueban y hago el curso de arraigo para la formación de cuatro meses con práctica de ayudante de cocina en un restaurante del centro de València. Cuando acabé las prácticas me cogieron y me hicieron el contrato para tener el permiso de residencia».

Ahmed trabaja y siguen buscando cursos de formación. A él le gustaría algo de soldador y está pensando en sacarse el carnet de conducir. Vicen e Isa le dicen que tiene que ir despacio, sin precipitarse.  

«Ahora, —sigue Ahmed—, estoy viviendo en un piso compartido que puedo pagar con mi sueldo. ¡Es que estoy trabajando con nómina y todo. ¡Legalmente! Todo se lo cuento a mis padres que se ponen muy orgullosos. Tengo seis hermanos y una hermana, más pequeña que yo».

Ahmed ha sido el más atrevido de todos ellos. El único que salió en busca de mejores oportunidades de vida.

«La patera, cuenta, era un riesgo y tenía miedo pero, gracias a Dios…. A Dios le pido, lo primero, salud, que es lo más importante y con eso, te vas manejando los caminos».

«Seguiré con Cáritas, —continúa Ahmed—. Es una maravilla. Es amor. ¡Me  han echado una mano tan grande! Son personas familiares. Cuando yo estaba en trámite de arraigo por formación, una vez me contestaron no favorable y lo que me tranquilizaron, lo que llamaron para arreglarlo… Han estado siempre a mi lado. Ahora estoy con Sara Pons, del Programa de Empleo y está todo muy bien».

«Yo no olvido que alguien me haga un favor. Por eso no olvidaré a Cáritas nunca, porque me han hecho tantos…», —añade con convicción—.