Agentes de Cáritas26/11/2021

Carlos D.: «La calle es una selva y Mambré, un oasis»

Carlos participa en las actividades del proyecto ocupacional Mambré para personas en situación de sin hogar.

Carlos David no puede decir que haya tenido, desde que decidió dejar su casa, un cobijo en la calle porque la calle es más bien un campo de batalla y cuando se llega ahí quiere decir que se han ido quedando muchas cosas por el camino. Con sesenta y ocho años ha perdido la noción del tiempo que está en aceras y portales. Echa cuentas y calcula que si sus hijos tienen treinta y pico de años y él empezó a estar en la calle cuando ellos eran pequeños, son muchos los días y las noches que ha pasado al raso.

Pausado, de mirada clara y serena por la que se escapan lágrimas al hablar de sí mismo, del paso del tiempo, de la familia.  

Nos encontramos en Mambré, a la sombra de las moreras, contemplando las hileras bien formadas de la hortaliza de otoño.

¿Qué se derrumbó en tu vida para dejar familia, quizás trabajo y acoger la calle como lugar donde estar?

Digamos que me puse enfermo. No una enfermedad física, una enfermedad psíquica difícil de tratar y complicado de entender… para mí.  Digamos que me he ido descubriendo poco a poco.

¿Qué has ido descubriendo poco a poco?

Quién soy… qué es lo que quiero… por qué no puedo hacerlo… qué es lo que me impide hacerlo. Y en eso estoy.      

¿Crees que falla la sociedad o la Administración para que en una situación como la tuya no se disponga de los recursos que tú necesitas para no llegar a donde tú ha estado?

Fallamos todos. Como está de moda ahora decir, todo está globalizado. Decías que la calle es un campo de batalla y yo te digo que no es eso. La calle es una selva.

¿Tú has salido de la selva?

No, sigo en la selva pero cada vez sé más, cada vez soy más listo, cada vez he aprendido más tácticas de supervivencia. Y en eso estoy.

Pero yo no te veo ahora en la selva. Estás en un cuidado huerto plantado de habas, coliflores, cebollas,  lechugas… Esto no es la selva, ni siquiera un campo de batalle. ¿Qué es esto?

Esto es un oasis.

¿Y cómo lo has encontrado? ¿Te has acercado tú al oasis Mambré o ha sido el oasis el que te ha buscado en el lugar donde tú estabas?

Yo creo que han sido las dos cosas. Creo en esa Providencia divina y creo en el efecto Pigmalión que dice la psicología y la ciencia. Digamos que el cerebro es capaz de todo si lo sabes usar. Digamos que hay una fuerza sobrenatural, universal… Hay una frase bíblica que dice buscad y encontraréis, llamad y os abrirán, pedid y os darán…

¿Y se abrió la puerta? ¿Cómo llegó ese momento de tocar a la puerta y que se abriera?

Digamos que uno está buscando algo y no aparece cuando tú quieres sino que llega… Vas captando las pistas, de pronto encuentras un día esto, de pronto un libro, una frase que te hace pensar… de pronto llega una persona y te dice…

Carlos, cuanto siento que esta conversación sea tan dolorosa para ti.

No es doloroso, es… Me gustaría poder describir… pero no es fácil. Digamos que es una emoción, es un sentimiento, no sé… un niño pasa, yo lo veo, le hago así (Hace un saludo con la mano) y el me sonríe. La madre no me sonríe. El niño es listo, la madre es tonta. Eso te hace pensar por qué el niño es listo y por qué la madre es tonta. El niño es natural, es inocente. La madre no es natural ni inocente…

¿Cuál ha sido la persona de Cáritas que se acercó a ti y tú viste que era esa puerta que estabas necesitando?

No fue una, fueron varias. Cada una vino de una forma diferente. Una, “¿quieres que hablemos?… Otra vino a decirme… Es largo de explicar. No es un momento o dos… Son meses, son años…

Pero llegó un momento que tú dijiste “sí, voy” y viniste aquí.

Digamos que uno va empezando a calcular, a  decir “esto es más interesante, esto pesa más, esto pesa menos… y al final uno llega a la conclusión de que lo que uno va buscando y lo que uno quiere es esto. Y aquí estoy.

A partir de aquí, ¿esto ya supone un techo y un bienestar físico y emocional?

Digamos que lo más importante para mí es hacer algo. Esta es la mejor oferta. Me gustan todos los talleres que hacemos aquí. Me gusta dibujar, escribir,  leer… Me gustan las plantas… Entras aquí y ves que hay un huerto, que viene gente a darte clases sobre valores, expresión corporal o expresión artística y veo que no es que me guste a mí, es que nos gusta a todos. Y a todos nos viene bien. Está claro que esto es terapia ocupacional, que la persona está ocupada y no está en otros sitios que no debe estar.

Has hablado de la Providencia, ¿Ha significado Dios siempre algo en tu vida?

Yo soy creyente. Al principio me preguntaba por qué. Ahora ya no me lo pregunto.

¿Ahora simplemente te dejas querer por Él?

Exactamente

¿Hablas con Él?

Sí.

¿Le riñes?

Me quejo. Reñirle, no.

¿Y Él qué te dice?

No dice nada. Me hace ver. Estoy pensando qué hago hoy y de pronto te das cuenta de que el que te ha llevado allí es Él.

¿Qué esperas para el futuro?

Pues a medida que voy haciéndome mayor, aunque la palabra mayor para mí tiene menor sentido, cada vez espero menos. Uno al final se da cuenta de que lo importante es vivir la vida, tranquila…

Carlos, y yo que te veo a ti con mucha capacidad para ayudar a gente que esté pasando por lo mismo que tú. ¿Eres un filósofo?

Leí una frase que decía que la filosofía que no cura las heridas, es una filosofía vana. Yo, hace unos días, le decía a una persona “tú esto lo estás haciendo bien porque estás haciendo lo que te gusta” Nadie es capaz de hacer algo bien si no  le gusta, por mucho que se empeñe. Y nunca llegará a nada. Uno tiene que creer en lo que hace. Y ese es uno de los problemas de esta sociedad, que está llena de gente que no hace lo que le gusta. Hace cosas para ganar dinero…Luego, te das cuenta de que hay un montón de chapuceros, buscavidas… el diccionario es muy amplio.

¿Y la familia?

La familia es un accidente. Mi hermano puede ser mi hermano pero no tiene por qué ser mi amigo. Yo me llevo bien con mi mujer y mis hijos. No tenemos una obligación obligatoria. Tengo la suerte de que mi hijo me entiende. “Papá es que tú eres así”

Carlos dice que hace unos años decidió decir siempre la verdad. Una verdad sosegada, que desgarra, cuajada de ternura, de filosofía.